Las imágenes de la serie El Altarcito quieren ser entendidas como un análisis de la
religión como fenómeno de masas. Un aspecto tan incorporado a la vida cotidiana
de los pueblos mexicanos que se presenta a los ojos del observador crítico casi
como una estética pop, símbolos agotados y manoseados por el exceso de uso.
Mi objetivo era la localización de espacios y experiencias donde la religión está presente casi
como un atrezzo o decoración en un
escenario popular, totalmente asimilado por el pueblo. Así, durante mi estancia en el pueblo prehispánico de Cholula (México) salí a buscar los
espacios públicos, la calle y el templo, altares anónimos que se mimetizan con
su entorno y altares legitimados, reconocidos como obras de arte. Después
me propuse localizar escenarios privados, los altares personales para entender
así las relaciones del pueblo con la religión. En el entorno privado el
propietario diseña de manera subjetiva su propio altar, a la manera de un
curador selecciona y presenta sus objetos, museografiados.